El XXII Con­gre­so de Fun­drai­sing, orga­ni­za­do por la Aso­cia­ción Espa­ño­la de Fun­drai­sing, ha con­ta­do con la par­ti­ci­pa­ción de más de 500 pro­fe­sio­na­les repre­sen­tan­do a alre­de­dor de 115 enti­da­des no lucra­ti­vas, con el obje­ti­vo de cono­cer las últi­mas meto­do­lo­gías para la cap­ta­ción y fide­li­za­ción de socios y donan­tes de enti­da­des del ter­cer sec­tor.

Neo­van­tas ha par­ti­ci­pa­do en este even­to median­te las expo­si­cio­nes de su direc­to­ra adjun­ta y res­pon­sa­ble del depar­ta­men­to de Beha­vio­ral Eco­no­mics, Bea­triz Bus­to, y la con­sul­to­ra senior, Clau­dia Álva­rez. Duran­te la char­la titu­la­da “Conec­tan­do la razón y el cora­zón. La Eco­no­mía del Con­duc­tual y sus apli­ca­cio­nes prác­ti­cas en el ámbi­to de las ONG”, han pro­fun­di­za­do sobre como esta dis­ci­pli­na, que estu­dia la irra­cio­na­li­dad del com­por­ta­mien­to humano y sus impli­ca­cio­nes en la toma de deci­sio­nes, pue­de mejo­rar la efec­ti­vi­dad de las estra­te­gias y accio­nes de las orga­ni­za­cio­nes no guber­na­men­ta­les.

Bea­triz Bus­to expli­có que “tene­mos limi­ta­cio­nes para pro­ce­sar toda la infor­ma­ción que reci­bi­mos, por lo que, para mane­jar dichas limi­ta­cio­nes, uti­li­za­mos ata­jos men­ta­les o heu­rís­ti­cas, que son estra­te­gias rápi­das para tomar deci­sio­nes o resol­ver pro­ble­mas sin nece­si­dad de un pro­ce­sa­mien­to exhaus­ti­vo de toda la infor­ma­ción dis­po­ni­ble. Estas heu­rís­ti­cas son gene­ral­men­te úti­les, pero pue­den lle­var a erro­res sis­te­má­ti­cos en el jui­cio y la toma de deci­sio­nes e influ­yen en cómo las per­so­nas per­ci­ben y actúan fren­te a las cau­sas defen­di­das por las ONG”.

En este con­tex­to, ¿cómo se entre­la­za la Eco­no­mía Con­duc­tual y el ámbi­to de las dona­cio­nes? Para Clau­dia Álva­rez exis­ten cua­tro aspec­tos deter­mi­nan­tes: el pri­me­ro, por­que es una deci­sión que impli­ca un des­em­bol­so eco­nó­mi­co para los donan­tes. Segun­do, debi­do a que hay un com­po­nen­te emo­cio­nal en el que se pue­den incor­po­rar ele­men­tos que pon­gan en valor el esfuer­zo y com­pro­mi­so del donan­te. Ter­ce­ro, hay que tener en cuen­ta que los donan­tes son impac­ta­dos des­de varias orga­ni­za­cio­nes. Y cuar­to, debi­do a un mejor enten­di­mien­to se pue­den estre­char la dis­tan­cia entre agen­te y donan­tes.

Ante ello, Bus­to y Álva­rez expu­sie­ron las cla­ves con­duc­tua­les pre­sen­tes en el ter­cer sec­tor, entre las que des­ta­can:

La aver­sión a la incer­ti­dum­bre. Las per­so­nas tra­tan de evi­tar cual­quier situa­ción incier­ta de cuyos efec­tos y con­se­cuen­cias no están segu­ros.

Efec­to mar­co. Las deci­sio­nes depen­den y varían en fun­ción de cómo se pre­sen­ten las dis­tin­tas opcio­nes.

Prin­ci­pio de cohe­ren­cia. Los seres huma­nos son con­sis­ten­tes con sus creen­cias, valo­res y prin­ci­pios. Sobre todo, cuan­do se com­pro­me­ten con ellos.

Prin­ci­pio de reci­pro­ci­dad. Se tien­de a corres­pon­der a los favo­res, inclu­so en los casos en los que no se han pedi­do.

Efec­to ancla­je. Las per­so­nas tie­nen sus pre­fe­ren­cias en base a la pri­me­ra infor­ma­ción que reci­ben. Por ello, hay que dar­le peso a la pri­me­ra noti­cia, argu­men­to o evi­den­cia, para ayu­dar a tomar la deci­sión.

Asi­mis­mo, se expli­có el pro­yec­to rea­li­za­do en cola­bo­ra­ción con la ONG Plan Inter­na­tio­nal, en el que se opti­mi­zó la estra­te­gia en el canal tele­fó­ni­co a tra­vés de la apli­ca­ción direc­ta de la Eco­no­mía Con­duc­tual.

Para fina­li­zar, se pre­sen­ta­ron una serie de prin­ci­pios que esta­ble­cen las con­di­cio­nes éti­cas bajo las cua­les debe apli­car­se la Eco­no­mía Con­duc­tual. Entre ellos, se des­ta­ca que la infor­ma­ción pro­por­cio­na­da debe ser real, trans­pa­ren­te y fácil de enten­der, sin omi­tir ni ocul­tar datos rele­van­tes. Ade­más, es esen­cial que las per­so­nas man­ten­gan siem­pre el con­trol y la liber­tad de deci­sión, con la posi­bi­li­dad de revi­sar y modi­fi­car sus deci­sio­nes de mane­ra sen­ci­lla. Asi­mis­mo, se enfa­ti­zó que estas prác­ti­cas no deben diri­gir­se a públi­cos vul­ne­ra­bles que carez­can de pleno cono­ci­mien­to o capa­ci­dad para com­pren­der y tomar deci­sio­nes infor­ma­das.