Un estu­dio de Nic­kel reve­la que más del 40% de los espa­ño­les no sabe qué es la vio­len­cia eco­nó­mi­ca, una for­ma de abu­so finan­cie­ro recien­te­men­te reco­no­ci­da en el Pac­to de Esta­do con­tra la Vio­len­cia de Géne­ro. La fal­ta de con­cien­cia es mayor entre los mayo­res de 65 años, mien­tras que los jóve­nes mues­tran mayor sen­si­bi­li­za­ción. Exper­tos advier­ten sobre la nece­si­dad de fomen­tar la inclu­sión finan­cie­ra para miti­gar su impac­to.

La vio­len­cia eco­nó­mi­ca, una for­ma de con­trol finan­cie­ro que bus­ca hacer depen­dien­te a una per­so­na de su agre­sor, es una reali­dad des­co­no­ci­da para el 41% de los espa­ño­les. A pesar de su reco­no­ci­mien­to como una for­ma de vio­len­cia den­tro del nue­vo Pac­to de Esta­do con­tra la Vio­len­cia de Géne­ro, la con­cien­cia­ción sobre esta pro­ble­má­ti­ca sigue sien­do baja en la socie­dad.

Según la Aso­cia­ción de Usua­rios Finan­cie­ros (ASU­FIN), la vio­len­cia eco­nó­mi­ca afec­ta al 11,5% de las muje­res en su día a día. Móni­ca Correia, CEO de Nic­kel, sub­ra­ya la impor­tan­cia de abor­dar esta pro­ble­má­ti­ca: “Urge miti­gar su impac­to con estra­te­gias de inclu­sión finan­cie­ra”. Correia enfa­ti­za que este tipo de vio­len­cia, aun­que poco visi­ble, tie­ne con­se­cuen­cias direc­tas en la auto­no­mía eco­nó­mi­ca y la cali­dad de vida de muchas muje­res.

El infor­me de Nic­kel reve­la que la fal­ta de cono­ci­mien­to sobre la vio­len­cia eco­nó­mi­ca es simi­lar entre hom­bres y muje­res: el 40,7% de las muje­res y el 41,3% de los hom­bres des­co­no­cen el tér­mino y sus impli­ca­cio­nes. Sin embar­go, hay dife­ren­cias sig­ni­fi­ca­ti­vas según la edad. Los adul­tos entre 31 y 50 años son los más con­cien­cia­dos (62,1%), segui­dos de los jóve­nes de 18 a 30 años (58,6%). En el extre­mo opues­to, los mayo­res de 65 años pre­sen­tan el menor nivel de cono­ci­mien­to sobre este pro­ble­ma (46,1%).

Correia des­ta­ca que “su reco­no­ci­mien­to como una for­ma de vio­len­cia supo­ne un avan­ce impor­tan­te. En el con­tex­to del Día Inter­na­cio­nal de la Mujer, es vital dar voz a un pro­ble­ma aún muy poco visi­ble y cla­ve para muchas muje­res. Hay que faci­li­tar el libre acce­so a recur­sos finan­cie­ros, para que todas las per­so­nas sean inde­pen­dien­tes y pue­dan ges­tio­nar mejor su situa­ción per­so­nal”.

El estu­dio de Nic­kel tam­bién expo­ne des­igual­da­des eco­nó­mi­cas que afec­tan a las muje­res, como la bre­cha sala­rial y la fal­ta de capa­ci­dad de aho­rro. Según el infor­me, el 33,7% de las muje­res des­ti­na más del 50% de su sala­rio a gas­tos fijos, seis pun­tos por­cen­tua­les más que los hom­bres (27,9%). Ade­más, el 20,7% de las muje­res afir­ma no tener nada aho­rra­do, en com­pa­ra­ción con el 17,9% de los hom­bres.

Esta limi­ta­da capa­ci­dad de aho­rro tie­ne un impac­to sig­ni­fi­ca­ti­vo no solo en la esta­bi­li­dad finan­cie­ra, sino tam­bién en la salud men­tal. Un 58% de las muje­res expre­sa su preo­cu­pa­ción de que sus aho­rros no sean sufi­cien­tes para afron­tar un impre­vis­to, mien­tras que el 21,7% ase­gu­ra que su situa­ción eco­nó­mi­ca actual le está afec­tan­do emo­cio­nal­men­te. Ade­más, las expec­ta­ti­vas sobre su futu­ro finan­cie­ro son menos opti­mis­tas: solo el 32% de las muje­res cree que su situa­ción mejo­ra­rá en 2025, fren­te al 40,8% de los hom­bres.

En este con­tex­to, exper­tos y orga­ni­za­cio­nes insis­ten en la nece­si­dad de refor­zar la edu­ca­ción finan­cie­ra y la acce­si­bi­li­dad a ser­vi­cios ban­ca­rios para las muje­res. La inclu­sión finan­cie­ra se pre­sen­ta como una herra­mien­ta cla­ve para com­ba­tir la vio­len­cia eco­nó­mi­ca y redu­cir la depen­den­cia finan­cie­ra.

El estu­dio de Nic­kel y los datos de ASU­FIN ponen en evi­den­cia que la vio­len­cia eco­nó­mi­ca sigue sien­do un pro­ble­ma poco visi­bi­li­za­do pero con pro­fun­das con­se­cuen­cias. Con su recien­te reco­no­ci­mien­to legal y la cre­cien­te con­cien­cia­ción sobre el tema, el reto aho­ra es imple­men­tar medi­das efec­ti­vas para garan­ti­zar la inde­pen­den­cia eco­nó­mi­ca de todas las per­so­nas.