Un nue­vo estu­dio de la empre­sa finan­cie­ra Nic­kel reve­la que el 52,5% de los espa­ño­les pre­fie­re una ban­ca híbri­da que com­bi­ne aten­ción digi­tal y pre­sen­cial. La inves­ti­ga­ción tam­bién pone de mani­fies­to impor­tan­tes caren­cias en el acce­so a ser­vi­cios pre­sen­cia­les, un pro­ble­ma que afec­ta espe­cial­men­te a los mayo­res. La inclu­sión finan­cie­ra, el tra­to humano y la cer­ca­nía se con­so­li­dan como deman­das urgen­tes del con­su­mi­dor ban­ca­rio.

En un con­tex­to don­de la digi­ta­li­za­ción avan­za a pasos agi­gan­ta­dos, los espa­ño­les pare­cen no estar dis­pues­tos a renun­ciar al con­tac­to humano en su rela­ción con las enti­da­des ban­ca­rias. Así lo reve­la el IV Estu­dio Per­cep­ción y hábi­tos de los espa­ño­les res­pec­to al sec­tor ban­ca­rio, ela­bo­ra­do por Nic­kel, la fin­tech que per­mi­te abrir cuen­tas en estan­cos y lote­rías, cuyo mode­lo desa­fía el para­dig­ma tra­di­cio­nal de la ban­ca.

Según el infor­me, un 52,5% de los espa­ño­les pre­fie­re un mode­lo híbri­do, es decir, uno que com­bi­ne ser­vi­cios digi­ta­les con aten­ción per­so­nal, en fun­ción de las nece­si­da­des del clien­te. Solo un 14,4% opta­ría por una ban­ca total­men­te digi­tal, mien­tras que un sig­ni­fi­ca­ti­vo 33,1% da prio­ri­dad a la aten­ción huma­na, ya sea pre­sen­cial o tele­fó­ni­ca.

Esta pre­fe­ren­cia gene­ra­li­za­da por man­te­ner el con­tac­to per­so­nal se refle­ja en las prin­ci­pa­les difi­cul­ta­des repor­ta­das por los encues­ta­dos. El 72% afir­ma haber teni­do pro­ble­mas para acce­der a ser­vi­cios ban­ca­rios pre­sen­cia­les duran­te el últi­mo año. Los prin­ci­pa­les obs­tácu­los tie­nen que ver con la len­ti­tud en las res­pues­tas, la fal­ta de reso­lu­ción o un tra­to inade­cua­do. A esto se suman otros incon­ve­nien­tes como las difi­cul­ta­des para ges­tio­nar el dine­ro a tra­vés de apps (52,8%) o la fal­ta de asis­ten­cia digi­tal (52%).

A pesar de la evo­lu­ción tec­no­ló­gi­ca, los datos refle­jan que el tra­to pre­sen­cial sigue sien­do cla­ve para los clien­tes. La mitad de los encues­ta­dos (50%) con­si­de­ra que este es el prin­ci­pal aspec­to que debe­rían mejo­rar los ban­cos. El 47,6% recla­ma una mejor aten­ción a las per­so­nas mayo­res, mien­tras que el 44,5% soli­ci­ta una mayor ampli­tud hora­ria en las sucur­sa­les.

En pala­bras de Nerea Toña, CEO de Nic­kel en Espa­ña, “en un con­tex­to cada vez más digi­tal, es esen­cial ofre­cer un ser­vi­cio que se adap­te a las nece­si­da­des reales de la pobla­ción”. La direc­ti­va des­ta­ca la impor­tan­cia de seguir apos­tan­do por “solu­cio­nes acce­si­bles y cer­ca­nas”, lo que sitúa a la com­pa­ñía en una posi­ción dife­ren­cia­do­ra res­pec­to a otras enti­da­des.

Y es que mien­tras muchas enti­da­des tra­di­cio­na­les redu­cen su pre­sen­cia físi­ca, Nic­kel ha amplia­do su red de “Pun­tos Nic­kel” —esta­ble­ci­mien­tos aso­cia­dos como estan­cos o admi­nis­tra­cio­nes de lote­ría—, pasan­do de 801 pun­tos en 2021 a más de 2.300 en 2025. Este cre­ci­mien­to se ha vis­to espe­cial­men­te en zonas rura­les, don­de la com­pa­ñía ha incre­men­ta­do su pre­sen­cia en un 175% en muni­ci­pios con menos de 10.000 habi­tan­tes, favo­re­cien­do la inclu­sión finan­cie­ra.

Los pro­ble­mas de acce­so físi­co no solo afec­tan la expe­rien­cia del clien­te, sino que tam­bién impac­tan en su fide­li­dad. El estu­dio reve­la que uno de cada cin­co espa­ño­les que ha cam­bia­do de ban­co recien­te­men­te (21,8%) lo hizo por la fal­ta de aten­ción pre­sen­cial de cali­dad, al tener que rea­li­zar todo con cita pre­via o exclu­si­va­men­te onli­ne. Un 20,4% adi­cio­nal tomó esa deci­sión tras el cie­rre de la sucur­sal más cer­ca­na.

Estos datos sub­ra­yan la nece­si­dad de mode­los de aten­ción fle­xi­bles y acce­si­bles, como el que pro­mue­ve Nic­kel. El enfo­que híbri­do no solo res­pon­de a la pre­fe­ren­cia del usua­rio, sino que tam­bién per­mi­te una mayor cober­tu­ra terri­to­rial y rom­pe las barre­ras que la digi­ta­li­za­ción pue­de gene­rar en colec­ti­vos vul­ne­ra­bles.

El infor­me tam­bién iden­ti­fi­ca dife­ren­cias gene­ra­cio­na­les cla­ras en la for­ma de rela­cio­nar­se con las enti­da­des ban­ca­rias. Los jóve­nes de entre 18 y 30 años son mayo­ri­ta­ria­men­te par­ti­da­rios del mode­lo híbri­do (56,9%), com­bi­nan­do herra­mien­tas digi­ta­les con la opción de reci­bir aten­ción per­so­nal. En cam­bio, los mayo­res de 65 años se decan­tan por un mode­lo más tra­di­cio­nal, con un 55,8% que pre­fie­re aten­ción huma­na fren­te al 44,2% que opta por el mode­lo mix­to.

Los pro­ble­mas que enfren­tan tam­bién difie­ren: los jóve­nes repor­tan mayo­res difi­cul­ta­des para rea­li­zar ope­ra­cio­nes en efec­ti­vo (65,5%) o para encon­trar infor­ma­ción cla­ra en pla­ta­for­mas digi­ta­les. En con­tras­te, los mayo­res sufren un mayor gra­do de exclu­sión pre­sen­cial, con un 80,8% que decla­ra haber teni­do pro­ble­mas para acce­der a ser­vi­cios pre­sen­cia­les, en com­pa­ra­ción con el 63,8% de los jóve­nes.

Estos datos evi­den­cian la urgen­cia de adap­tar los ser­vi­cios finan­cie­ros a las nece­si­da­des de cada seg­men­to de la pobla­ción, sin impo­ner mode­los úni­cos que exclu­yan a par­te de la ciu­da­da­nía.

En un sec­tor mar­ca­do por cie­rres de ofi­ci­nas, auto­ma­ti­za­ción de pro­ce­sos y migra­ción a cana­les digi­ta­les, el estu­dio de Nic­kel resal­ta una ver­dad incó­mo­da para muchas enti­da­des: la digi­ta­li­za­ción, por sí sola, no bas­ta. Si bien mejo­ra la efi­cien­cia y redu­ce cos­tes, no pue­de sus­ti­tuir la con­fian­za y cer­ca­nía que muchos usua­rios aún aso­cian con la aten­ción pre­sen­cial.

La estra­te­gia de Nic­kel, al man­te­ner y ampliar su red físi­ca, al mis­mo tiem­po que pro­mue­ve herra­mien­tas digi­ta­les acce­si­bles, se pre­sen­ta como una res­pues­ta prag­má­ti­ca a esta reali­dad. No solo apues­ta por la inno­va­ción, sino tam­bién por la huma­ni­za­ción del ser­vi­cio finan­cie­ro, en línea con las deman­das actua­les de los usua­rios.

Como con­clu­ye Nerea Toña, “es fun­da­men­tal que las enti­da­des ban­ca­rias no pier­dan de vis­ta que detrás de cada ope­ra­ción hay una per­so­na con nece­si­da­des con­cre­tas”.