En la últi­ma déca­da se ha expe­ri­men­ta­do un pro­fun­do cam­bio en el mer­ca­do labo­ral. La rigi­dez de los mode­los tra­di­cio­na­les de empleo ha dado paso a fór­mu­las más fle­xi­bles y adap­ta­das a las nece­si­da­des reales de las per­so­nas, entre ellas, el cono­ci­do como mar­ke­ting de red, que se ha con­so­li­da­do como una opción via­ble y en cre­ci­mien­to para quie­nes bus­can auto­em­plear­se con auto­no­mía, sin estar solos.

En este sen­ti­do, ade­más, y lejos de los pre­jui­cios que aún cir­cu­lan en algu­nos sec­to­res, ha demos­tra­do ser una herra­mien­ta pode­ro­sa para el desa­rro­llo per­so­nal y pro­fe­sio­nal, con­vir­tién­do­se en una alter­na­ti­va labo­ral cada vez más común en paí­ses euro­peos, espe­cial­men­te en los del nor­te, don­de la fle­xi­bi­li­dad y el empren­di­mien­to están ple­na­men­te inte­gra­dos en la cul­tu­ra labo­ral.

Según Anto­nio Ortiz, Direc­tor Gene­ral de SAF­TI Espa­ña, “una de las mayo­res for­ta­le­zas de este mode­lo es la for­ma­ción cons­tan­te que ofre­cen las pro­pias com­pa­ñías. No se tra­ta solo de ven­der un pro­duc­to o ser­vi­cio, sino de desa­rro­llar habi­li­da­des de comu­ni­ca­ción, lide­raz­go, ven­tas, ges­tión del tiem­po y cre­ci­mien­to per­so­nal. En defi­ni­ti­va, una inver­sión en el talen­to humano, pues es una de las bases de este mode­lo, y eso se nota des­de el pri­mer día”.

Ade­más, aun­que cada pro­fe­sio­nal ges­tio­na su pro­pio nego­cio, el tra­ba­jo en equi­po es un pilar fun­da­men­tal. Se gene­ra un entorno cola­bo­ra­ti­vo en el que lo habi­tual es com­par­tir expe­rien­cias, estra­te­gias y apren­di­za­jes. “No com­pe­ti­mos entre noso­tros, sino que nos apo­ya­mos y cre­ce­mos jun­tos”, mati­za Anto­nio Ortiz.

Tam­bién se valo­ra cada vez más la liber­tad hora­ria. Poder ges­tio­nar el tiem­po libre y esta­ble­cer los pro­pios rit­mos de tra­ba­jo, favo­re­ce la con­ci­lia­ción entre la vida labo­ral y fami­liar. A ello se suma que, gra­cias al tele­tra­ba­jo y a las tec­no­lo­gías actua­les, es posi­ble desa­rro­llar la acti­vi­dad des­de casa, des­de un café o inclu­so mien­tras se via­ja, sin que ello afec­te al ren­di­mien­to.

Des­de esta pers­pec­ti­va, las empre­sas de mar­ke­ting de red fomen­tan el auto­em­pleo, pues ofre­cen la posi­bi­li­dad de desa­rro­llar una acti­vi­dad pro­fe­sio­nal de for­ma inde­pen­dien­te, cre­cer como per­so­na y dise­ñar un esti­lo de vida ali­nea­do con los pro­pios valo­res. No es un camino fácil, ni inme­dia­to, como ocu­rre con cual­quier pro­yec­to empren­de­dor, pero sí es un camino real, legí­ti­mo y lleno de opor­tu­ni­da­des.

De hecho, esta moda­li­dad ya se ha afian­za­do espe­cial­men­te en cier­tos sec­to­res eco­nó­mi­cos como inmo­bi­lia­rio, salud y bien­es­tar, belle­za, ser­vi­cios digi­ta­les, entre otros… don­de la espe­cia­li­za­ción, el con­tac­to y la aten­ción per­so­nal son cla­ves.

“Y es pre­ci­sa­men­te en el sec­tor inmo­bi­lia­rio don­de tie­ne mayor efi­ca­cia, debi­do a que la com­pra­ven­ta de pro­pie­da­des sue­le estar impul­sa­da por la con­fian­za, y ¿quién gene­ra más con­fian­za que un cono­ci­do o un con­tac­to direc­to? Apro­ve­char las redes per­so­na­les para ampliar la base de clien­tes pue­de ser una estra­te­gia efec­ti­va, espe­cial­men­te en mer­ca­dos emer­gen­tes o zonas con baja pene­tra­ción de agen­cias tra­di­cio­na­les”, con­clu­ye el el Direc­tor Gene­ral de SAF­TI.