En el actual pano­ra­ma empre­sa­rial, la capa­ci­dad de inno­var se ha con­ver­ti­do en un requi­si­to indis­pen­sa­ble para man­te­ner la com­pe­ti­ti­vi­dad y la ren­ta­bi­li­dad. Sin embar­go, imple­men­tar y expan­dir la inno­va­ción no es tarea sen­ci­lla, espe­cial­men­te cuan­do se deben con­si­de­rar fac­to­res como el impac­to en los emplea­dos y la cul­tu­ra orga­ni­za­cio­nal. Car­me Cas­tro, CEO de Kai­no­va y exper­ta en estra­te­gias inno­va­do­ras de talen­to, pre­sen­ta las accio­nes que un líder dis­rup­ti­vo pue­de adop­tar para supe­rar estas barre­ras y trans­for­mar su empre­sa.

Inte­grar inno­va­ción cons­tan­te en la ges­tión empre­sa­rial

Según Car­me Cas­tro, “esta­mos en una era de cam­bio don­de debe­mos dejar atrás mode­los here­da­dos y obso­le­tos de pen­sa­mien­to, ges­tión y ope­ra­ción que no per­mi­ten adap­tar­se al rit­mo actual del pro­gre­so y las deman­das del mer­ca­do”. Para Cas­tro, la cla­ve está en la inte­gra­ción de una inno­va­ción con­ti­nua den­tro de la orga­ni­za­ción. En este sen­ti­do, es fun­da­men­tal que los líde­res sean capa­ces de explo­tar las capa­ci­da­des actua­les mien­tras explo­ran nue­vas opor­tu­ni­da­des, logran­do así una ope­ra­ti­va más efi­cien­te y diná­mi­ca.

Un recien­te infor­me del IBM Ins­ti­tu­te for Busi­ness Value (IBV) reve­la que mien­tras el 41% de los direc­ti­vos a nivel glo­bal prio­ri­za la inno­va­ción sobre la efi­cien­cia, el 49% de los CEO espa­ño­les con­si­de­ra que el ren­di­mien­to a cor­to pla­zo es una barre­ra sig­ni­fi­ca­ti­va para la inno­va­ción. Estos datos sub­ra­yan la nece­si­dad de encon­trar un equi­li­brio entre la inno­va­ción y la efi­cien­cia ope­ra­ti­va.

El impe­ra­ti­vo de un cam­bio cul­tu­ral

Para que la inno­va­ción sea efec­ti­va, es esen­cial que exis­ta un cam­bio cul­tu­ral den­tro de la orga­ni­za­ción. Según el infor­me del IBV, el 54% de los eje­cu­ti­vos espa­ño­les y el 57% a nivel glo­bal reco­no­cen que el cam­bio cul­tu­ral es más impor­tan­te que supe­rar los retos téc­ni­cos para con­ver­tir­se en una orga­ni­za­ción basa­da en datos. Aquí es don­de entra en jue­go la figu­ra del líder dis­rup­ti­vo.

El líder dis­rup­ti­vo, según Cas­tro, es aquel que:

  • Incre­men­ta la efi­cien­cia del equi­po poten­cian­do su talen­to y empo­de­ran­do a las per­so­nas.
  • Apli­ca un mode­lo expan­si­vo con­ti­nuo don­de los apren­di­za­jes obte­ni­dos mejo­ran cons­tan­te­men­te los resul­ta­dos y aumen­tan las capa­ci­da­des del equi­po.
  • Fomen­ta que las per­so­nas superen el mie­do al ries­go y apren­dan de sus erro­res, lo que incre­men­ta su fle­xi­bi­li­dad y ace­le­ra su capa­ci­dad de adap­ta­ción.
  • Incor­po­ra la inno­va­ción y la dis­rup­ción en las diná­mi­cas del día a día tra­ba­jan­do con la inte­li­gen­cia colec­ti­va y la cocrea­ción.

Estra­te­gias para supe­rar sarre­ras a la inno­va­ción

Para Cas­tro, supe­rar las barre­ras a la inno­va­ción impli­ca seguir cua­tro pasos fun­da­men­ta­les:

  1. Poten­ciar el Talen­to y Empo­de­rar al Equi­po: Los líde­res deben cen­trar­se en mejo­rar la efi­cien­cia del equi­po, poten­cian­do las habi­li­da­des indi­vi­dua­les y colec­ti­vas. Esto no solo incre­men­ta la pro­duc­ti­vi­dad, sino que tam­bién fomen­ta un ambien­te de tra­ba­jo posi­ti­vo y moti­va­dor.
  2. Apli­car un Mode­lo Expan­si­vo Con­ti­nuo: Es esen­cial que las orga­ni­za­cio­nes adop­ten un mode­lo de apren­di­za­je con­ti­nuo, don­de los erro­res se vean como opor­tu­ni­da­des de mejo­ra y se fomen­te la inno­va­ción a tra­vés de la expe­rien­cia y el cono­ci­mien­to adqui­ri­do.
  3. Supe­rar el Mie­do al Ries­go: Los líde­res deben ani­mar a sus equi­pos a tomar ries­gos cal­cu­la­dos y apren­der de los erro­res. Esto no solo aumen­ta la fle­xi­bi­li­dad y la adap­ta­bi­li­dad, sino que tam­bién ace­le­ra la capa­ci­dad de res­pues­ta ante cam­bios y nue­vos desa­fíos.
  4. Incor­po­rar la Inno­va­ción en las Diná­mi­cas Dia­rias: La inno­va­ción debe ser una par­te inte­gral de las ope­ra­cio­nes dia­rias de la empre­sa. Tra­ba­jar con la inte­li­gen­cia colec­ti­va y fomen­tar la cocrea­ción entre los emplea­dos pue­de resul­tar en solu­cio­nes inno­va­do­ras y efi­cien­tes para los desa­fíos empre­sa­ria­les.

En un con­tex­to alta­men­te com­pe­ti­ti­vo, la capa­ci­dad de un líder para inte­grar la inno­va­ción de mane­ra cons­tan­te y efec­ti­va es cru­cial para man­te­ner la com­pe­ti­ti­vi­dad y la ren­ta­bi­li­dad de la empre­sa. Car­me Cas­tro sub­ra­ya que “la nece­si­dad de inno­var cons­tan­te­men­te sur­ge por­que las ideas se repli­can rápi­da­men­te”, lo que hace indis­pen­sa­ble que los líde­res adop­ten un enfo­que dis­rup­ti­vo y trans­for­ma­dor.

Los líde­res dis­rup­ti­vos no solo deben ser capa­ces de ges­tio­nar el cam­bio cul­tu­ral nece­sa­rio para pro­mo­ver la inno­va­ción, sino que tam­bién deben crear un entorno que poten­cie el talen­to y fomen­te la crea­ti­vi­dad y la fle­xi­bi­li­dad. Al seguir los cua­tro pasos deli­nea­dos por Cas­tro, los líde­res pue­den supe­rar las barre­ras a la inno­va­ción y guiar a sus empre­sas hacia un futu­ro de éxi­to y sos­te­ni­bi­li­dad.