Una investigación global elaborada por IWG y la consultora de ingeniería Arup concluye que permitir a los empleados trabajar en espacios flexibles próximos a su domicilio incrementa la productividad hasta un 11% y reduce radicalmente los costes de propiedad, a la vez que contribuye a retener talento y genera un potente impulso económico.
IWG, proveedor líder mundial de espacios de trabajo flexible, y la consultora de ingeniería Arup han puesto cifras a un fenómeno que ya se percibía en muchas plantillas pospandemia: el trabajo híbrido y descentralizado es más productivo y más rentable que el teletrabajo al cien por cien o la oficina centralizada tradicional. Su informe Hybrid Working Productivity, firmado conjuntamente por ambas organizaciones, estima que las compañías que faciliten a sus empleados el acceso a oficinas cercanas a su hogar podrían elevar la productividad global de aquí a 2030 en un 11%.
El estudio se apoya en datos de rendimiento empresarial, encuestas a trabajadores y modelos económicos que proyectan el valor añadido bruto y el gross value added en distintos horizontes temporales. La principal palanca del aumento de productividad es la drástica reducción del tiempo de desplazamiento: parte de las horas que antes se consumían en el transporte se destinan ahora a tareas de alta concentración, que en un espacio profesional ordenado resultan más efectivas que en el hogar. De hecho, el 67% de los empleados sitúa su rendimiento en la categoría “Excelente” cuando trabaja en oficinas flexibles frente a quienes solo teletrabajan, según la investigación.
Mark Dixon, fundador y consejero delegado de IWG y autor de las declaraciones incorporadas al informe, subraya el cambio de paradigma:
“Nuestro último estudio con Arup se basa en un creciente conjunto de investigaciones académicas que demuestran los convincentes aumentos de productividad del trabajo híbrido. Cuando las empresas ofrecen a los empleados la libertad de trabajar más cerca de casa en espacios bien equipados, sin la necesidad de largos desplazamientos diarios, los beneficios son claros: mayor concentración, menos distracciones y un mejor equilibrio entre la vida laboral y personal, todo lo cual se traduce en mejoras significativas de la productividad. Estos beneficios, a gran escala, tienen el potencial de aportar miles de millones en valor a las economías de todo el mundo”.
Las simulaciones de Arup revelan que, si la mitad de la jornada de los trabajadores de oficina transcurriera en centros locales, la economía estadounidense obtendría 219.000 millones de dólares extras de GVA cada año a partir de 2030 y hasta 566.000 millones anuales en 2045, una cifra equivalente a toda la producción de la ciudad de Austin. En Europa, la consultora calcula que se añadirían 38.600 millones de euros de VAB al lustro y más de 100.000 millones en 2045, gracias a las 170 horas productivas adicionales que cada trabajador ganaría al año al evitar desplazamientos largos.
La ganancia no solo se mide en rendimiento, también en eficiencia de costes. En Estados Unidos, las empresas que sustituyan parte de su superficie en propiedad o en rentas largas por suscripciones flexibles podrían rebajar sus gastos inmobiliarios un 55%. En números absolutos, esto supone 53.400 millones de euros de ahorro anual en 2030 y 112.200 millones en 2045. A ello se suma el recorte de costes derivados de la rotación de personal: con un modelo híbrido bien estructurado, la fuga voluntaria de talento puede caer hasta un 20%, lo que se traduce en 41.400 millones de euros menos en gastos de contratación y formación dentro de dos décadas.
“En pocas palabras, es una situación beneficiosa tanto para las empresas como para sus equipos. Los empleados están más comprometidos y disfrutan de un mejor equilibrio entre trabajo y vida personal, mientras que las empresas se benefician de una mayor productividad, menores costes inmobiliarios y de contratación, y, en última instancia, una plantilla más satisfecha”, remarca Dixon.
La aritmética también sonríe a los trabajadores: entre combustibles, peajes, comidas fuera de casa y ropa de oficina, cada empleado puede conservar hasta 28.000 euros al año si reduce la frecuencia de sus viajes al centro urbano, señala el documento. El alivio financiero llega acompañado de mejoras en salud mental y conciliación, beneficios intangibles que ya pesaban en la decisión de muchos profesionales de rechazar empleos con presencialidad obligatoria.
Para atender la demanda creciente de espacios de proximidad, IWG batió su propio récord en 2024 al firmar 899 nuevos centros, buena parte de ellos en suburbios y poblaciones medias donde hasta hace poco no existían opciones profesionales de calidad. En palabras de su consejero delegado:
“En 2024, International Workplace Group firmó un récord de 899 nuevos centros, muchos de ellos en suburbios o localidades más pequeñas, impulsados por la creciente demanda de trabajo híbrido en ubicaciones más cercanas a donde viven los empleados. La oficina no ha muerto, simplemente se ha acercado a donde vive la gente, y las empresas que adopten esta forma de trabajar obtendrán recompensas significativas”.
Regus y Spaces son las que abanderan esta estrategia, ofreciendo desde puestos individuales hasta salas de reuniones por horas, respaldadas por la ingeniería de Arup en diseño sostenible y optimización energética.
Tras el auge precipitado por la pandemia, el trabajo híbrido ha superado la fase de tendencia coyuntural para asentarse como norma competitiva. El informe de IWG y Arup, al cristalizar su impacto en cifras concretas, refuerza la percepción de que la flexibilidad laboral es ya un factor determinante en la captación y fidelización de talento. De cara a 2030, los analistas prevén que las empresas que no ofrezcan esta libertad corran el riesgo de quedar rezagadas tanto en productividad como en reputación empleadora.
Aunque el estudio se centra en Estados Unidos y Europa, sus conclusiones son extrapolables a economías emergentes donde la congestión urbana y los precios inmobiliarios presionan a empresas y trabajadores. Los autores auguran que la expansión de hubs locales en ciudades satélite y áreas rurales acortará la brecha de oportunidades entre capitales y periferias, impulsando el desarrollo regional.