Un estudio reciente de Microsoft y la Universidad Carnegie Mellon plantea preocupaciones sobre el uso intensivo de la inteligencia artificial en el trabajo, sugiriendo una posible disminución del pensamiento crítico. Sin embargo, voces expertas como la de Jordi Damià, director del Máster en IA Generativa de LiceoTIC Training, aseguran que la clave está en cómo se usa esta tecnología: como aliada estratégica y no como sustituto del pensamiento humano.
En plena expansión de las herramientas de inteligencia artificial generativa, no solo en los entornos tecnológicos, sino también en tareas cotidianas y creativas, surgen interrogantes sobre su impacto en nuestras habilidades cognitivas. Un reciente estudio realizado por investigadores de Microsoft y la Universidad Carnegie Mellon señala que el uso excesivo de estas herramientas podría estar reduciendo el pensamiento crítico entre los trabajadores. Pero no todos comparten esta preocupación sin matices.
Desde LiceoTIC Training, un centro de formación especializado en tecnologías emergentes con sede en Barcelona, se ofrece una lectura diferente. Jordi Damià, director del Máster en IA Generativa de la institución, defiende que no estamos perdiendo capacidad intelectual, sino enfrentándonos a una transformación en la forma de razonar. “No es que nos volvamos más tontos por usar IA; lo que sucede es que nos enfrentamos a una nueva forma de pensar”, afirma.
El estudio, que ha sido replicado en diversos medios tecnológicos y académicos, sostiene que los trabajadores que utilizan inteligencia artificial con frecuencia tienden a confiar tanto en sus resultados que relegan su propio esfuerzo por analizar o resolver problemas por sí mismos. Esta dependencia, argumentan los investigadores, podría a largo plazo debilitar habilidades esenciales como el juicio crítico o la resolución creativa de conflictos.
Pero Damià matiza esta conclusión señalando que el problema no reside en la herramienta, sino en su uso. “La inteligencia artificial no debe ser una muleta, sino un trampolín que nos permita llegar más lejos, más rápido. Cuando la usamos correctamente, nos desafía a formular mejores preguntas, a validar lo que nos ofrece y a explorar nuevas ideas”.
La postura de LiceoTIC Training es clara: la IA tiene un enorme potencial para complementar y ampliar nuestras capacidades, pero su implementación debe ir acompañada de formación crítica. “La delegación automática de tareas sin supervisión crítica puede generar dependencia y superficialidad”, advierte Damià. “Pero, al mismo tiempo, el uso estratégico de la IA tiene el potencial de enriquecer la creatividad humana y acelerar el aprendizaje”.
Esta visión pone el foco en un punto clave: la necesidad de adaptar la educación y la formación profesional a los nuevos desafíos que plantea la tecnología. El uso irresponsable o acrítico de la inteligencia artificial no es un destino inevitable, sino el resultado de una mala preparación. Por ello, desde centros como LiceoTIC se aboga por capacitar a los profesionales no solo para utilizar herramientas de IA, sino para interactuar con ellas desde una posición activa y reflexiva.
La inquietud actual frente al impacto de la inteligencia artificial en nuestras capacidades mentales no es nueva. Tal como recuerda Damià, este tipo de temores ha acompañado a cada gran avance tecnológico. El escritor y analista Nicholas Carr, conocido por su obra Superficiales: ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?, ya se preguntaba hace más de una década si Google nos estaba volviendo más estúpidos. Su tesis apuntaba a una superficialidad en el pensamiento debido a la sobreabundancia de información y la rapidez con que se consume.
“Cada avance ha obligado a replantear ciertas habilidades humanas, pero también ha impulsado nuevos modos de aprender, trabajar y comunicarse. Con la inteligencia artificial sucede lo mismo: el verdadero reto es adaptarse y evolucionar, no temerle al cambio”, explica Damià.
Esta perspectiva invita a ver la IA no como una amenaza, sino como una oportunidad para redirigir nuestras capacidades hacia tareas más analíticas y estratégicas. “El pensamiento crítico no desaparece con la IA; se transforma. Antes dedicábamos tiempo a tareas repetitivas, ahora podemos dedicarlo a analizar, interpretar y tomar decisiones más informadas”, añade el experto.
La clave, según los expertos consultados, está en transformar el enfoque educativo y laboral. No se trata de reemplazar nuestras habilidades por las de una máquina, sino de establecer una colaboración eficaz con la tecnología. “La clave está en formar a los profesionales para que sepan colaborar con la inteligencia artificial, no simplemente obedecerla”, subraya Damià.
En este contexto, LiceoTIC Training trabaja con un modelo pedagógico que integra la inteligencia artificial como herramienta para potenciar competencias humanas como la creatividad, el pensamiento crítico y la resolución de problemas. Su Máster en IA Generativa, por ejemplo, busca precisamente ese equilibrio: formar profesionales capaces de liderar procesos apoyados en la tecnología, pero con criterio propio.
La reflexión sobre el impacto de la IA en nuestra inteligencia no debería centrarse, por tanto, en si nos hace más o menos listos, sino en qué tipo de relación estamos construyendo con ella. ¿Somos usuarios pasivos que aceptan sus respuestas sin cuestionarlas, o somos pensadores activos que la utilizan como catalizador de nuevas ideas?
El debate sigue abierto, pero lo que parece claro es que, como ha ocurrido con cada avance significativo en la historia de la humanidad, el resultado final dependerá de nuestra capacidad para adaptarnos, cuestionar y evolucionar. En palabras de Jordi Damià: “El problema no es la inteligencia artificial; es qué tipo de inteligencia humana queremos ser frente a ella”.