La Gene­ra­ción Alpha, que domi­na­rá el mer­ca­do labo­ral a par­tir de 2040, ima­gi­na un futu­ro pro­fe­sio­nal pro­fun­da­men­te trans­for­ma­do: tra­ba­jo híbri­do como nor­ma, des­pla­za­mien­tos míni­mos, con­vi­ven­cia coti­dia­na con la inte­li­gen­cia arti­fi­cial y la des­apa­ri­ción del correo elec­tró­ni­co, según un estu­dio glo­bal de Inter­na­tio­nal Work­pla­ce Group.

El tra­ba­jo tal y como se cono­ce hoy está con­de­na­do a una pro­fun­da trans­for­ma­ción en las pró­xi­mas déca­das, al menos des­de la pers­pec­ti­va de quie­nes lo pro­ta­go­ni­za­rán. Así lo reve­la un nue­vo estu­dio ela­bo­ra­do por Inter­na­tio­nal Work­pla­ce Group, que ana­li­za las expec­ta­ti­vas labo­ra­les de la deno­mi­na­da Gene­ra­ción Alpha, inte­gra­da por jóve­nes de entre 11 y 17 años que en 2040 cons­ti­tui­rán el grue­so de la pobla­ción acti­va a nivel mun­dial.

La inves­ti­ga­ción, rea­li­za­da entre jóve­nes y sus padres, con­clu­ye que el 86% de la Gene­ra­ción Alpha con­si­de­ra que sus empleos serán muy dife­ren­tes a los de la gene­ra­ción ante­rior, has­ta el pun­to de que la ofi­ci­na tra­di­cio­nal resul­ta­rá prác­ti­ca­men­te irre­co­no­ci­ble. El infor­me apun­ta a cam­bios estruc­tu­ra­les en la for­ma de tra­ba­jar, impul­sa­dos por la tec­no­lo­gía, la fle­xi­bi­li­dad labo­ral y una nue­va con­cep­ción del equi­li­brio entre vida per­so­nal y pro­fe­sio­nal.

Uno de los ele­men­tos más lla­ma­ti­vos del estu­dio es la pre­vi­sión sobre los des­pla­za­mien­tos dia­rios. Para la mayo­ría de estos jóve­nes, los lar­gos tra­yec­tos al tra­ba­jo for­man par­te del pasa­do. Solo el 29% cree que tar­da­rá más de 30 minu­tos en lle­gar a su lugar de tra­ba­jo, un con­tras­te sig­ni­fi­ca­ti­vo con la reali­dad actual de millo­nes de tra­ba­ja­do­res que dedi­can varias horas al día a des­pla­zar­se.

Esta per­cep­ción está estre­cha­men­te liga­da a la expec­ta­ti­va de poder tra­ba­jar más cer­ca del lugar de resi­den­cia o de alter­nar dis­tin­tos espa­cios de tra­ba­jo. De hecho, tres de cada cua­tro jóve­nes con­si­de­ran prio­ri­ta­rio redu­cir el tiem­po per­di­do en des­pla­za­mien­tos, ya que ello les per­mi­ti­ría dedi­car más tiem­po a la fami­lia y a la vida per­so­nal, espe­cial­men­te si deci­den ser padres en el futu­ro.

En el caso de Espa­ña, esta aspi­ra­ción cobra espe­cial rele­van­cia. Según datos del INE, el tiem­po medio de des­pla­za­mien­to dia­rio al tra­ba­jo sigue sien­do ele­va­do, sobre todo en las gran­des áreas metro­po­li­ta­nas, don­de se sitúa por enci­ma de la media nacio­nal. Este con­tex­to refuer­za el atrac­ti­vo de los mode­los de tra­ba­jo fle­xi­ble y des­cen­tra­li­za­do que la Gene­ra­ción Alpha da por sen­ta­dos.

La tec­no­lo­gía apa­re­ce como el prin­ci­pal motor del cam­bio. El estu­dio de IWG reve­la que el 88% de la Gene­ra­ción Alpha espe­ra tra­ba­jar habi­tual­men­te con inte­li­gen­cia arti­fi­cial o robots, inte­gra­dos de for­ma natu­ral en su día a día pro­fe­sio­nal. Lejos de per­ci­bir estas herra­mien­tas como una ame­na­za, los jóve­nes las con­si­de­ran alia­das para mejo­rar la efi­cien­cia y rede­fi­nir las tareas labo­ra­les.

Jun­to a la IA, los encues­ta­dos anti­ci­pan la lle­ga­da de entor­nos de tra­ba­jo alta­men­te tec­ni­fi­ca­dos. Entre las inno­va­cio­nes más men­cio­na­das figu­ran las gafas de reali­dad vir­tual para reunio­nes en 3D, zonas de jue­gos en los espa­cios de tra­ba­jo, cáp­su­las para dor­mir, ajus­tes per­so­na­li­za­dos de tem­pe­ra­tu­ra y luz y salas de reunio­nes con reali­dad aumen­ta­da.

Qui­zá una de las pre­dic­cio­nes más dis­rup­ti­vas sea la rela­cio­na­da con la comu­ni­ca­ción digi­tal. Un 32% de la Gene­ra­ción Alpha cree que el correo elec­tró­ni­co des­apa­re­ce­rá, sus­ti­tui­do por nue­vas pla­ta­for­mas y tec­no­lo­gías que per­mi­ti­rán una cola­bo­ra­ción más ágil y efi­cien­te. Un cam­bio que recuer­da al impac­to que tuvo el pro­pio correo elec­tró­ni­co cuan­do se popu­la­ri­zó hace tres déca­das.

En este nue­vo esce­na­rio, el tra­ba­jo híbri­do se con­so­li­da como el pilar cen­tral del mode­lo labo­ral del futu­ro. Según el infor­me, el 81% de los jóve­nes con­si­de­ra que el tra­ba­jo fle­xi­ble será la nor­ma en 2040, per­mi­tien­do a los emplea­dos deci­dir cómo, cuán­do y dón­de tra­ba­jar. Solo un 17% espe­ra desem­pe­ñar su acti­vi­dad de for­ma per­ma­nen­te des­de una ofi­ci­na prin­ci­pal.

La mayo­ría de los encues­ta­dos pre­vé com­bi­nar el tra­ba­jo des­de casa, espa­cios de tra­ba­jo loca­les y una sede cor­po­ra­ti­va cen­tral, en fun­ción de las tareas a rea­li­zar. Entre las prin­ci­pa­les ven­ta­jas de aban­do­nar un mode­lo rígi­do de ofi­ci­na des­ta­can la reduc­ción del estrés aso­cia­do a los des­pla­za­mien­tos, más tiem­po para ami­gos y fami­lia­res, mejo­ras en la salud y el bien­es­tar y un aumen­to de la pro­duc­ti­vi­dad.

Esta fle­xi­bi­li­dad tam­bién ten­dría un impac­to direc­to en la orga­ni­za­ción del tiem­po de tra­ba­jo. Un ter­cio de la Gene­ra­ción Alpha cree que la sema­na labo­ral de cua­tro días será la nor­ma en 2030, impul­sa­da por los incre­men­tos de pro­duc­ti­vi­dad deri­va­dos del uso de tec­no­lo­gía y nue­vos mode­los orga­ni­za­ti­vos. En Espa­ña, aun­que toda­vía no exis­ten cifras ofi­cia­les sobre la implan­ta­ción gene­ra­li­za­da de este sis­te­ma, el Gobierno ha pro­mo­vi­do una refor­ma para redu­cir la jor­na­da labo­ral máxi­ma de 40 a 37,5 horas sema­na­les, cuya apli­ca­ción ple­na está pre­vis­ta a par­tir de 2026 y que podría bene­fi­ciar a unos 12,5 millo­nes de tra­ba­ja­do­res del sec­tor pri­va­do.

Para Mark Dixon, fun­da­dor y direc­tor eje­cu­ti­vo de Inter­na­tio­nal Work­pla­ce Group, estas expec­ta­ti­vas no hacen sino con­fir­mar una ten­den­cia ya en mar­cha. «La pró­xi­ma gene­ra­ción de tra­ba­ja­do­res ha deja­do cla­ra su opi­nión: la fle­xi­bi­li­dad en cuan­to al lugar y la for­ma de tra­ba­jar no es opcio­nal, sino impres­cin­di­ble. La gene­ra­ción actual ha cre­ci­do vien­do a sus padres per­der tiem­po y dine­ro en lar­gos des­pla­za­mien­tos dia­rios, y la tec­no­lo­gía actual los ha deja­do obso­le­tos», afir­mó.

Dixon sub­ra­ya ade­más el papel his­tó­ri­co de la inno­va­ción tec­no­ló­gi­ca en la evo­lu­ción del tra­ba­jo. «La tec­no­lo­gía siem­pre ha mol­dea­do el mun­do labo­ral y segui­rá hacién­do­lo. Hace 30 años, se obser­vó el impac­to trans­for­ma­dor de la adop­ción gene­ra­li­za­da del correo elec­tró­ni­co y, hoy en día, la lle­ga­da de la inte­li­gen­cia arti­fi­cial y los robots está tenien­do un impac­to igual­men­te pro­fun­do e influi­rá en cómo y dón­de tra­ba­ja­rá la Gene­ra­ción Alfa en el futu­ro».

El estu­dio de IWG dibu­ja así un hori­zon­te labo­ral mar­ca­do por la fle­xi­bi­li­dad, la cer­ca­nía y la inte­gra­ción tec­no­ló­gi­ca, en el que el con­cep­to tra­di­cio­nal de ofi­ci­na cede paso a un eco­sis­te­ma más diná­mi­co y adap­ta­do a las nece­si­da­des de las per­so­nas. Una visión que, lejos de ser cien­cia fic­ción, empie­za a per­fi­lar las deci­sio­nes estra­té­gi­cas de empre­sas y gobier­nos que bus­can atraer y rete­ner al talen­to del maña­na.